Exploradores europeos
Los primeros europeos que llegaron a Nueva Zelanda fueron el explorador neerlandés Abel Tasman y su tripulación en 1642. Los maoríes mataron a cuatro miembros de la tripulación y ningún europeo regresó a Nueva Zelanda hasta el viaje del explorador inglés James Cook. En 1769, Cook llegó a Nueva Zelanda y exploró casi toda la costa. Después de Cook, el territorio neozelandés fue visitado por numerosos cazadores de ballenas y focas y buques comerciales provenientes de Europa y Estados Unidos. Allí intercambiaban alimentos y bienes europeos, especialmente metales, herramientas y armas, por madera maorí, alimentos, artefactos, agua y en ocasiones, sexo.
La introducción de la patata y el mosquete transformó la agricultura y la guerra, comenzando en el norte y extendiéndose hacia el sur. La patata fue especialmente adecuada para el clima frío y la gran altitud del país, proporcionando una fuente de alimento fiable, lo que permitió una mayor duración de las campañas militares cada vez más agresivas. Como resultado, las Guerras de los Mosquetes abarcaron más de 600 batallas entre 1801 y 1840, matando entre 30.000 y 40.000 maoríes. No obstante, las enfermedades introducidas por los colonizadores jugaron un papel aún mayor en el declive de la población maorí, que cayó cerca de un 40% durante el siglo XIX. Desde principios del mismo siglo, los misioneros cristianos comenzaron a llegar a Nueva Zelanda, para finalmente convertir a la mayoría de la población maorí, aunque sus avances iniciales fueron principalmente entre los miembros más descontentos de la sociedad.